OJALÁ. Parte II
“Ya me crecieron miedos que nunca eduqué,
Y me sé las respuestas por no
preguntar,
Ya sentí como nadie cuando tuve el
bien,
Y lloré como todos cuando algo se
va”
El miedo puede estar oculto en
nuestro inconsciente, de hecho muchos de esos miedos ni los percibimos hasta
que no empezamos a mirar en nuestro interior e indagar, descubriendo así, no
sólo nuestros miedos, si no sombras y oscuridades. Esas sombras que nos pueden
asustar o intimidar o avergonzar. Sombras que a veces no queremos admitir que
forman parte de nosotros, porque “no está bien visto por la sociedad” o “son
locuras” o sencillamente no nos gustan, pero no todas las sombras son
“negativas”. Hay sombras que son verdaderos potenciales que no nos atrevemos a
mostrar al mundo por creencias limitantes o lealtades malentendidas, por
ejemplo. La oscuridad que todos tenemos también nos da miedo, pero cuando nos
damos cuenta que gracias a esa oscuridad se ve nuestra luz, entonces la
perspectiva cambia radicalmente. No podríamos ver las estrellas brillar si no
existiera la noche.
Cuando perdemos algo o a alguien
suele costar aceptarlo y soltarlo. Vivimos empeñados en pensar que el cambio es
malo, nos da miedo enfrentarnos a lo desconocido. Hay un dicho que a mi me
parece nefasto: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. ¿Has
pensado en eso alguna vez? ¿Te has percatado del significado tan limitante de
ese dicho? Es como decir: “Quédate en tu jaula, aunque permaneciendo ahí te
hagas o te hagan daño, aunque no tengas oxígeno para respirar, aunque no
tengas espacio para ser tú mism@”.
Comentarios
Publicar un comentario