OJALÁ. Parte VII

 

Que yo ya no temo perder, si no dar por perdido 

Que yo ya no quiero vencer, si no estar convencido 

Que mucho antes de estar contento debo estar conmigo 

Que voy a mirar a la soga pa’ decirle sigo” 

Que voy a parar de exigirme to’ lo que me pido 

Y voy a aprender a aceptar lo que nunca consigo 

Que voy a parar de culparme, mentirme, fallarme 

Decirme tarde verdades que necesito” 

El miedo casi nunca ayuda. El temor a perder desaparece al darte cuenta que todo lo que llega, se va o se queda en tu vida es con un propósito. Aprovechar cada momento, disfrutar lo divertido, llorar lo doloroso, sentir, emocionarse y luego soltar. El desapego es fundamental para poder sentirse en paz. El desapego no es desinterés, es dejar ir, ya sean personas, cuestiones materiales o cualquier otro aspecto de tu vida que cambie y, no regodearse en el dolor y convertirlo en sufrimiento.

El dolor es natural y sucede, aunque no queramos, ante determinadas pérdidas o cambios, pero cuando el proceso no se vive sanamente se entra en el sufrimiento que es opcional y totalmente evitable.

Dosis de autocompasión, autoamabilidad, aceptación, amor a uno mismo. Falta mucho de eso en este mundo. Los jueces más severos y despiadados que tenemos somos nosotros mismos. Si no lo ves te propongo que durante una semana escribas cada cosa que te digas a ti, cada pensamiento, acto u omisión que vaya dirigido a ti. Después...reflexiona. 

...en el camino.

Gracias, gracias, gracias.


Comentarios

Entradas populares