LUZ Y OSCURIDAD

 

   Hace mucho que no escribo. Ocupada con otras historias y algo perdida. Hoy me ha venido a la memoria una historia Cherokee de un anciano y su nieto en la que el mayor le cuenta que todos llevamos dentro un lobo blanco y un lobo negro.

   El lobo negro simboliza el odio, la ira, la envidia, el orgullo y el ego sin límite, en cambio el lobo blanco es la paz, la amonía, amor, perdón, bondad, humildad, empatía, compasión.

   Ambos lobos luchan por ganar la batalla, pero lo ideal es que aprendan a convivir. Habrá situaciones en las que será beneficioso sacar a la luz al lobo negro para defendernos de las amenazas que nos encontremos en el camino, con su astucia, agudeza y capacidad estratégica, y otras ocasiones en las que es el lobo blanco el que toma la batuta con amor y compasión.

   Aquí la palabra clave es “equilibrio”. Alimentemos a los lobos en su justa medida para no convertirnos ni en una persona iracunda, malhumorada e incluso cruel y, por otro lado si sólo alimento al blanco puedo quedar desprotegido y sin capacidad de reaccionar. Es importante alimentar a los dos para dejar esa lucha interna. Las emociones no son buenas, ni malas, simplemente son. Habrá momentos en los que sintamos tristeza, ira, y, aunque no nos guste es parte de ser humanos, otros sentiremos alegría, paz, confianza...Dejémoslas ser a todas ellas gestionándolas adecuadamente para encontrar ese equilibrio, paz y armonía en nuestra vida.

   Hace tiempo alguien me dijo: “Ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos”.

   ¿Y tu? ¿A qué lobo vas a alimentar?

   ...en el camino.

   Gracias, gracias, gracias.

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